Vis a vis realizó una encuesta anónima a los alumnos de la Ciudad Universitaria de la San Marcos y se recogieron 58 respuestas. Pese a que el número no fue el esperado —el cual era 100—, las cifras y las contestaciones sorprendieron. Por una parte, el 17% de las personas no estaban seguras de si eran racistas o no, ya que marcaron “Tal vez” a la pregunta “¿Te consideras una persona racista?”. La misma incertidumbre mostraron el 17% de los encuestados cuando marcaron la opción “No estoy seguro” de la pregunta “¿Alguna vez has sido víctima de racismo o discriminación dentro de la Ciudad Universitaria?”. 

Gráfico de respuestas de formularios. Título de la pregunta: 3. ¿Te consideras una persona racista?. Número de respuestas: 58 respuestas.

Gráfico de respuestas de formularios. Título de la pregunta: 4. ¿Alguna vez has sido víctima de racismo o discriminación dentro de la Ciudad Universitaria?. Número de respuestas: 58 respuestas.

Al parecer, no hay un panorama claro sobre cuándo alguien incurre en prácticas racializadoras y, por ende, cuándo se es víctima o testigo. Dicho de una manera más sencilla, ¿sabemos identificar la racialización? Algunos estudiantes de la universidad no están seguros. Esto es preocupante si es que se trata de un problema tan arraigado en la sociedad, con una herencia centenaria y que es, hasta cierto punto, ignorado por una de las poblaciones universitarias que —hasta hace no mucho— lideraba rankings nacionales e internacionales.

No hablamos de que la gente no sabe quién murió en el Huáscar o quién nadó de Chorrillos a Callao. Hablamos de que un porcentaje de jóvenes universitarios no sabrían reconocer, efectivamente, cuándo alguien es racializado.Si esto ocurre en una universidad reconocida como “diversa”, ¿qué otros escenarios iguales o más preocupantes podrían estar sucediendo en otras universidades “menos diversas”? 

Se ha dicho que San Marcos es como un pequeño Perú. Quizás lo sea. Y si lo es, podría decirse que una parte de las personas que andan por todo el país normalizan, aceptan o invisibilizan las prácticas racistas, entre otros motivos, por ignorancia. Entre todos las razones, tal vez esta sea el más inocente. 

En cualquier caso, esta solo es la cara más amable del panorama, porque lo más realista sería decir que gran parte de las personas que conforman la sociedad peruana no provienen de contextos con alto nivel educativo (¿El problema es educativo?). Y que el vacío ocupado por su ignorancia es desplazado por el placer de las bromas sobre “aquel pobre diablo más desgraciado que yo” o discursos, de odio profundo y colonial, que destruyen la dignidad de las personas y que, sin embargo, pasan desapercibidos.